Trabajar en un periódico un día como el de Año Nuevo no suele entrañar demasiadas complicaciones. Se llega a la redacción a eso de las cinco de la tarde y, entre espidifenes y botellines de agua, se complementan los clásicos reportajes y entrevistas de nevera (suelen ser los mismos personajes en todos los medios) con las cuatro o cinco noticias que haya dejado la jornada. No es difícil hacer un periódico para un lector que lleva 24 horas tirado en el sofá tragándose las repeticiones de las galas de Nochevieja y sin conectarse ni a Facebook.
Pero, llamadme cenizo, en días así cada vez que parpadeo me sobreviene una pesadilla aterradora: ¿Y si le da por morirse a...? Todos nos podemos ir al otro barrio en un momento, pero la estadística dice que los mayores de 80 años que han sufrido algún achaque en los últimos tiempos tienen más papeletas que el resto. No sé qué muerte hará temblar a mi equivalente en la sección de Nacional, si es que lo hay. A mí, que no se ofenda nadie, me suelen venir a la cabeza Di Stéfano y Samaranch.
El primer día de 2010 no fue precisamente feliz para el deporte. Un suicida se inmoló llevándose con él a 75 personas durante un partido de voleibol en Pakistán, un alúd mató a tres esquiadores en Los Alpes y apareció muerto en su casa Sergio Messen, que seguramente en Chile haya sido objeto de grandes especiales pero en la Madre Patria es poco más de un breve en las noticias de fútbol internacional. Vamos, que el día más crítico del año acabó con Don Alfredo y el Papa del Deporte (qué pena que las nuevas generaciones estén creciendo sin José María García) vivos y coleando. Que sea por muchos años. Y el día que ocurra lo inevitable, si yo siguiera aún por aquí, que me pille librando.
Como era de esperar, la Nochevieja de 2009 no pasará a integrar esa lista de las 100 mejores noches de la que hablaba en la última entrada. Durante la cena, discutí con mi padre por una tontería. Por la noche, me enfadé por N por algún extraño motivo que el ron ha borrado de mi memoria, como ha hecho, por cierto, con casi todo lo que ocurrió a partir de las 4 de la mañana, y acabé yéndome a casa solo. ¿Qué hago, ahora que se lleva tanto lo de los buenos propósitos: dejo de ir a cenas familiares, dejo de enfadarme, dejo de salir? Lo más práctico sería madurar, pero mi nuevo compi me ha hablado muy bien de un gimnasio que hay al lado del periódico.
P.D: De lo poco que recuerdo de la noche del jueves es que un taxi entre las calles Fuencarral y Zurbano me costó casi 12 euros. La explicación: un recargo de 6,75 por ser Nochevieja. "Sin este tipo de incentivos no saldría a trabajar nadie esta noche", me dijo un tipo que seguramente hace unos días estaba colapsando Madrid porque una nueva Ley amenazaba con llevarle a la ruina. Y yo me pregunto: ¿eso no es como si los chiringuitos de la playa exigieran un incentivo para abrir en agosto? No lo entiendo.
domingo, 3 de enero de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
5 comentarios:
Ánimo Manta, de las navidad tb se sacan cosas interesantes, piense usted que sus enfados tb forman parte de su genuina personalidad y que a estas alturas N y su padre mirarán lo de ese día como una anécdota.
Respecto a García, era un comunicador nato, con brillanteces indiscutibles, pero un 'tirano social' que abusaba del poder que le daban las ondas. No lo añoro, aunque le respeto.
En relación, a lo de los taxis, suscribo hasta los puntos y comas de su opinión.
Un suicida pensaba inmolarse en Pakistán mientras tú reñías con tu padre y viajabas solo de regreso a casa en un taxi que cobra un recargo absurdo ¡Vaya tela!
Se me ocurre que tener este tipo de Nochevieja puede ser el cierre de un ciclo para iniciar uno nuevo, mejor ¿lo has pensado así?
Puede ser, además, un pretexto para borrar de la memoria los malos momentos y buscar esas pequeñas cosas que nos hacen sonreír... Entonces, hay que ir a por ellas. No hay pretexto.
jelou, me gusta lo que cuentas y como lo haces, sobre taxis en Madrid y perdón por la autopublicidad:
http://manolodandybrandy.blogspot.com/2009/12/el-perro-de-los-baskerville.html
saludos
Muchas gracias por tu comentario, Cajita. ¿Tú crees que, de alguna manera, es posible que mi mal humor genere violencia en el mundo? Buff... Intentaré sonreír más. Con apariciones como ésta tuya será mucho más fácil. Tú eres una de esas pequeñas cosas. No voy a por ti porque el país de las cajitas está muy lejos, y porque sé que estás en buenas manos. Me alegro mucho. un beso
¡No creo que tu mal humor genere violencia en el mundo!!! Lo único que intentaba era que borraras una mala Nochevieja y te acordaras de las cosas que te hacen feliz. Me encantaría que vinieras a por mí, pero piensa que estoy más cerca de lo que crees.
Publicar un comentario