Hace unos días que he vuelto de un viaje a Estados Unidos. Sin llegar a los extremos de antiamericanismo sistemático de que hace gala buena parte de la izquierda española, confieso que no soy un gran fan de los descendientes del Tío Sam. Viví allí de niño y fui muy feliz. Años desués regresé como adolescente y aprendí, de forma algo traumática, dos lecciones que aún no he olvidado: primero, que nada es lo que parece, que cuanto más grandes sean las sonrisas, más profundas pueden ser las puñaladas; segundo, que el hecho de que una mujer pueda ser tu madre no es motivo suficiente para fiarte de ella. Muy útiles ambas, eso sí.
Este último viaje ha confirmado mi idea sobre algunos peligros de Estados Unidos. En este caso, el culpable, y nunca mejor dicho, ha sido Tiger Woods. El pasado sábado, el aeropuerto de San Francisco estaba aún forrado de gigantescos murales en los que se podía ver al golfista, recientemente nombrado mejor deportista de la década, andando entre matorrales sobre un texto que decía: "El camino hacia la excelencia no siempre está pavimentado". No sé si cuando se editó esa publicidad de uno de los múltiples patrocinadores que permiten al golfista embolsarse unos 100 millones de dólares al año, éste sabía cómo de pantanoso y traicionero podía ser ese camino. Pero ahora lo sabe.
Ha bastado el testimonio de una docena de señoras asegurando que han compartido cama con el deportista mejor pagado de la historia para que éste pase de ser el 'golden boy', el hijo, yerno, marido, padre y hasta nieto ejemplar a convertirse en una especie de apestado. Nos quejamos de la telebasura española, pero algunos programas estadounidenses hacen que Jorge Javier Vázquez parezca una hermanita de la caridad.
Pese a que al día siguiente de que saliera a la palestra su primera amante hizo pública una nota pidiendo perdón, algo que seguramente nunca debió hacer, el adúltero Tiger se ha convertido en una especie de traidor de la moral comunitaria. Mientras él anunciaba su retirada temporal de los campos -no se sabe si por su delicado estado de ánimo o para no aumentar aún más los ingresos gananciales de cara a un divoricio que se prevé espectacular-, algunos de sus patrocinadores, como Accenture, hacían público que ya no contarán con Woods. Otros, como Gilette, suspendían momentáneamente las campañas en las que aparece el golfista. Y la mayoría de los compatriotas de Tiger le señalaba con el dedo: "¿Qué le diremos ahora a nuestros hijos, ante los que te pusimos como ejemplo a seguir?"
Y yo me pregunto, ¿de quién es la culpa de que el 'Woodsgate' haya dejado niños desolados en Estados Unidos, si es que así ha sido, de Tiger o de los padres que convirtieron a un tipo capaz de meter una bola en un agujero en modelo ético y moral para sus hijos?
Cierto es que Tiger, a diferencia de su compatriota John Daly, nunca rechazó el papel de hombre perfecto. Quizá a partir de ahora decida mostrarse tal y como es. Pues parece que por mucho que cambie de vida no va a conseguir volver a ser el marido de Elin Nordegren. Ni el novio de América.
miércoles, 16 de diciembre de 2009
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2 comentarios:
Hombres ejemplares, la metáfora sexual del palo, el hoyo y la pelotita...Hay varios satélites interesantes bullendo en este post.
Bien por la honestidad de contar esos desencantos adolescentes. Todo hombre lleva sus demonios interiores y escribirlos me parece una de las formas más acertadas de conivir con ellos.
Al final, a la mayoría nos gustaría, en algún momento u otro, ser un hombre anuncio. Me refiero a montañas de dinero, adoración colectiva, admiración individual y las chicas más guapas apostadas a la puerta del coche.
El problema es que antes o después la realidad te acaba recordando tus limitaciones. Tiger aprenderá de esta experiencia y al final comprenderá que no se puede agradar a todo el mundo. Al menos, espero que empiece a ser honesto consigo y con el mundo.
Discrepo en cuanto al deporte, que me parece una formidable escuela de vida. ¿Por qué no admirar a alguien que seesfuerza temerariamente por superar sus límites?
Vale, es un juego y tal. Pero volvemos a lo del anuncio. ¿Quién no desea convertir su pasión en su trabajo? Se admiran modelos de conducta, actitudes ante la adversidad....El problema en el caso del que hablamos es que la gente no tenía la foto completa del señor Woods, pero quién la tiene en la vida cotidiana?
Estoy de acuerdo en que la sociedad actual podría aprender muchas cosas de los deportistas de élite. Disciplina, sacrificio, perseverancia, trabajo, superación. Personalmente, admiro profundamente a todos. Yo, con la cuarta parte de lo que ellos tienen, y no me refiero sólo a lo material, habría perdido la cabeza a las primeras de cambio. Como digo, tienen muchísimos valores.
Pero eso, te guste o no, no les convierte necesariamente en modelos de comportamiento en el plano ético y mucho menos moral. Si algún padre le dijo a su hijo, cosa que francamente me cuesta creer: tienes que aspirar a ser como Tiger, tiene merecido lo que ha ocurrido. Y seguramente Tiger también por haber entrado en el juego de parecer perfecto. Pero en todo caso, este post en realidad tiene poco que ver con Tiger Woods y mucho con un maniqueísmo que me irrita.
Menos mal que en la vida cotidiana no se pueden tomar fotos completas. Si no, creo que llevaría tiempo viviendo en una cueva.
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