domingo, 17 de enero de 2010

Ocasiones especiales

En mi último viaje a Estados Unidos me llamó la atención ver que todos los supermercados (lugares imprescindibles si uno quiere conocer de verdad el país que visita) tenían estanterías enormes dedicadas a las tarjetas regalo. Las había de Apple, de McDonalds, de iTunes, de Safeway, de Amazon... Me vino a la cabeza la patética imagen que ofrecerían los árboles de Navidad si a los Reyes Magos les diera un año por regalar esas tarjetas. Y llegue a la conclusión de que se trataba de una ocurrencia bastante absurda.

Sin embargo, el jueves leí en el resumen semanal del New York Times que publica El País que estas tarjetas son un gran negocio. Al parecer, la mayoría no se llegan a canjear nunca. Se meten en un cajón a la espera de una ocasión especial en la que echar mano de ellas, y en ese mismo cajón terminan caducando. El ejemplo de las tarjetas venía a cuento de un estudio que aseguraba que las personas tendemos a posponer ciertos placeres confiando en que el futuro nos brindará un momento perfecto para disfrutarlos. Me acordé entonces de una botella de Vega Sicilia que tienen mis padres en casa. Se la regaló el entonces novio de una prima mía que vivió con ellos mientras estudiaba la carrera. "La abriremos el día que seas abogado del Estado", le dijo mi padre. Hoy mi prima espera un hijo de otro tío, el ex novio dejó las oposiciones y volvió al pueblo para trabajar en el bufete de su padre... y el Vega Sicilia duerme en la despensa de mis padres convertido en vinagre.

Ante la posibilidad de que esas ocasiones especiales no lleguen nunca, el periodista del Times invita al lector a revertir la situación. Es decir, darse un capricho capaz de constituir en sí mismo una ocasión especial. Mmmmm, pensé. En los próximos meses voy a cambiar de coche... pero no tengo dinero para comprarme el único modelo que me haría ilusión conducir. Y sospecho que, aunque lo tuviera, sería incapaz de gastármelo en un coche. También tengo que cambiar de portátil. Me he dejado convencer para hacerme con un Mac, pero no logro quitarme de la cabeza la idea de que debería comprarme un Dell como el que tengo y donar la diferencia (más de 600 euros) a las víctimas del terremoto de Haití. Conclusión: la felicidad no se vende... Y las ocasiones especiales tampoco.

Afortunadamente tengo planeada una escapada sorpresa para celebrar el cumpleaños de N en marzo. Bien pensado, creo que dejaré lo del coche y lo del ordenador para después. Quizá me venga bien para combatir el síndrome postvacacional. Si es que me queda dinero para entonces, claro. Por si acaso, debería ir metiéndolo en un cajón.

5 comentarios:

Andrés dijo...

Lo de la botella de vino me recuerda a uno de los mejores momentos de la película "Entre copas": la ocasión especial ES abrir el Vega Sicilia. Me parece bien lo del cajón, así tendrás suficiente para invitarme a Sacha... con Vega Sicilia, que lo tienen y bastante añejo.

Anónimo dijo...

Gordie no te acomodes! Queremos nuevos posts...Con todo el dolor de mi corazón (no hago más que ser fiel a lo que me pediste en su momento), tengo que señalar que no me convence la deriva 'consumista' de tu blog. Un rato es divertida, pero que galvanize la mayoría de tus reflexiones...Hay cosas más interesantes dentro de ese 'coco' y esa 'patata' que harías bien en canalizar con tu lúcida mirada.

Abrazo

Cajita de Cristal dijo...

A mí me gustó este texto, los blogs también se hacen del día a día, de recuerdos tan simples... Me hizo recordar que, a la espera de una ocasión especial, el tiempo se cargó uno de mis mejores vinos.

Y justamente los mejores tiempos deberían ser el presente...

¿A dónde tienes planeado ir a celebrar ese cumple?

Gordie Lachance dijo...

Lo siento, amigo Anónimo, creo que una vez más me sobrestimas. Si me hubiera acomodado, al llegar a casa a las dos de la mañana me metería en la cama en lugar de someterme otra vez al ordenador. Digamos que las horas que le dedico al blog no se prestan a reflexiones demasiado profundas. Se trata de que sea algo divertido y ameno de escribir, fundamentalmente, y de leer, en segundo lugar. Además, mi pudor tiene un límite, aunque no lo parezca. Esto es todo lo que estoy dispuesto a contarle al universo sobre mí. Y ya me parece demasiado.

En todo caso, la red está llena de blogs profundos como agujeros negros. Podría hacerte alguna sugerencia, pero creo que los conoces bien. Por eso mismo te agradezco tanto que sigas sacando un rato para pasarte por aquí. Un abrazo fuerte.

Cajita, muchas gracias por salir en mi defensa. Aunque parezca un cultureta de postal, Anónimo es un gran tipo y una de las mejores personas que conozco. Cuando vengas por España te lo presentó. Te va a caer muy bien. Su problema es que cree que todo el mundo tiene talento, y claro... se lleva algunas decepciones.

La escapada es secreta, pero no tan lejana como estás pensando.

Anónimo dijo...

Gordie, me reitero: estás lleno de talento. Te pido disculpas por mi tono directo si te ha ofendido, pero sabes que es con la mejor intención.

Tienes razón, haces bien en que el blog tenga un tono distendido. No hace falta que hables de la profundidades del mar. Entiendo tb que los horarios vitales (y sobre todo las circunstancias) que tienes para escribir en el blog no son las más estimulantes.

Basta con que comentes lo que te llama la atención.

Entiendo que es una mirada distinta a la del trabajo. Y sabes que a veces lo más fieles somos los más exigentes. Pero es pq tengo muha fe en lo que pds contarnos y el modo en que pds hacerlo.

Como muestra, el post de un poco más arriba, que me ha parecido fracamente divertido.

Un abrazo